Las investigaciones
demuestran que los alumnos/as cuyos padres están pendientes de su vida escolar
y colaboran con el profesorado funcionan mejor y consiguen mejores
rendimientos.
Al crecer
sus hijos/as, muchos padres van desentendiéndose del centro educativo, algunas
formas prácticas de participar en la vida escolar pueden ser las siguientes:
Normas y expectativas. Desde el primer
día de clase fije horarios claros en función de los horarios de clase: a qué
hora levantarse para llegar temprano, a qué hora acostarse para un descanso
adecuado, a qué hora debe regresar a casa tras las clases, horario de
estudio... Por otra parte asegúrese de que su hijo/a entiende que usted espera
lo mejor que pueda dar de sí mismo para superar el curso.
Infórmese sobre el Instituto. Sobre horarios,
asignaturas, formas de evaluación, normas, horarios de visita, formas de
comunicarse con los profesores, asociación de padres, etc.
Ayude a su hijo/a a organizarse. Es habitual que
los adolescentes se despisten con la cantidad de trabajo, nuevas actividades y
sus propias preocupaciones como adolescentes. Usted puede colaborar de diversas
formas:
- Repasar sus horarios de actividades para ver si tiene
demasiadas cosas que hacer.
- Ayudarle en los hábitos de trabajo recordándole horarios y
hablando sobre las tareas y materias que están viendo en las clases. Asegúrese
de vez en cuando de que dispone del material necesario.
- Ayudándole a evitar las prisas de última hora en la
entrega de trabajos o en la preparación de exámenes.
- Supervisando la “Agenda Escolar” .
Mantenga un ambiente de estudio. Intente eliminar
de su hogar cuántas distracciones puedan interferir durante el horario de
estudio de su hijo/a.
Valore la educación y los hábitos. Demuestre a su
hijo/a que lo que está aprendiendo hoy será importante para cuando sea adulto.
Verle leer libros o periódicos o calcular gastos domésticos le hará ver la
utilidad de conseguir una buena formación. Acuda a los actos del centro.
Asistir a reuniones, Escuela de
padre-madres, conferencias, encuentros deportivos o ceremonias escolares,
siempre que pueda, hará que su hijo/a comprenda que lo que ocurre en el Centro
es importante para usted.
Conozca a los profesores/as. Al menos debería
conocer al tutor/a de su curso y a la orientadora del Centro. Piense que cuanto
más visible sea usted para el profesorado más fácil será mantenerse informado
de la evolución de su hijo/a. Lea las notas y avisos que lleguen a casa y transmita
a su hijo/a que lo hace, le importa, y que si alguna no llega se preocupará por
ello.
La motivación . Una
motivación adecuada es más útil que la capacidad intelectual para determinar el
éxito. La motivación de algunos adolescentes parece esfumarse durante la
Secundaria y comienzan a: quejarse por la cantidad de trabajo; los profesores;
los compañeros; quieren abandonar alguna actividad; decir que se aburren; o
mostrarse perdidos en el sistema de enseñanza. Algunas causas de esta pérdida
de motivación pueden encontrarse en: los cambios físicos y las diferencias en
el desarrollo entre compañeros/as; un ambiente escolar menos controlador;
presiones de los amigos despreciando a los “empollones”; o creencias en su
falta de capacidad por lo que no le merece la pena esforzarse. Usted, como
padre o madre, puede fomentar la motivación de su adolescente, aquí le
ofrecemos algunas posibilidades:
Valore el esfuerzo. Los adolescentes se
motivan viendo que sus padres se esfuerzan cumpliendo en su trabajo y sus
obligaciones. Transmita a su hijo/a que la clave para conseguir las cosas no
radica en la suerte sino en el esfuerzo continuado a largo plazo. Los grandes
científicos se pasan la vida estudiando, los deportistas de élite entrenan duro
cada día, los buenos profesionales se mantienen al día mediante el esfuerzo
diario.
Apóyelo. Un elogio honesto y
moderado sobre aquellas cosas que mejor hace aumenta la motivación general de
un adolescente. Quizás su adolescente necesita probar nuevas cosas, nuevos
aprendizajes, nuevas aficiones. Ayúdelo a buscar nuevos intereses. Sea
realista. No pida a su hijo/a cosas imposibles de conseguir, se frustrará y
dejará de intentarlo. Si ya le han dicho que su hijo/a no tiene aptitudes
musicales no se empeñe en que sea un virtuoso del piano, o si su hijo/a es más
alto de lo normal y disfruta con el tenis de mesa no se esfuerce en que se
apunte al equipo de baloncesto. Asegúrese que su hijo/a sabe que usted le
quiere por quien es y no por lo que hace.
Paciencia. La mayoría de
chicos/as aumentan su motivación cuando los padres aplican alguna de estas
estrategias y le dan un poco de tiempo para madurar y ubicarse en el mundo. Si
usted lo atosiga y no le permite ese tiempo muy probablemente volverá la apatía
y la desgana ante las cosas.